viernes, 8 de octubre de 2010

EL AMOR

El amor es la piedra fundamental del mundo. Sin los lazos del amor, que unen a padres e hijos, parientes y amigos, maestros y discípulos la vida en el mundo seria insoportable por no decir imposible.

La capacidad de amar fue implantada en los corazones de los hombres por el mismo D's. El amor entre los hombres y su prójimo es un simple reflejo entre el amor y la bon-dad del Creador, que llena el universo.
Sin embargo, como cualquier otra emoción, el amor puede variar de persona a persona. Puede ser poderoso o inconstante, fiel y duradero, volátil como el roció de la mañana.

El amor humano sin importar cuán grande sea no es inmune a los cambios, los caminos de la vida pueden hacerlo morir e incluso que se convierta en odio.
El amor puede ser ciego y equivocado, puede esquivarse en la elección de su objeto, desperdiciares en una persona que no lo merezca e ignorar a la persona que tal vez sea más meritoria.

Por ello el amor tiene que tener un ojo que lo vigile, una mano que lo dirija y una inteli-gencia que lo entienda y pueda guiarlo. Tal como el fuego precisa una constante super-visión para que la llama no sea demasiada intensa y muy pequeña y sobre todo para que no se apague, así el amor entre el hombre su prójimo debe de estar sujeto a un control. Para que se pueda confiar que no hará sino el bien y que jamás llegara a pervertirse.

P
ero... ¿Qué clase de control puede aplicarse en este caso? ¿Y quién puede ejercerlo?

Así como un simple electrodoméstico requiere de un manual de uso, así también, expli-can nuestros Sabios, nosotros, los humanos, - y cuánto más - necesitamos de una guía para regir nuestros parámetros en la vida, un ´manual para vivir´.
Pero para recibir instrucciones acerca de la vida, aquél que las imparta debe ser un asi-duo conocedor del hombre y de sus inclinaciones, capacidades y limitaciones.

Entonces... ¿Quién mejor que el Creador del Universo?. Y la Torá es su guía... nuestra guía.

D´s, que nos ha provisto de la capacidad de amar, nos ha ordena y recomienda en Su Tora que hagamos uso de ese don y nos ha indicado cómo aplicarlo correctamente.
Nos ha indicado como conciliar nuestro amor al prójimo, con nuestro humano interés por nosotros mismos.
La Tora nos ha enseñado como llegar a un equilibrio sano entre los conceptos opuestos altruismo y egoísmo.