lunes, 6 de septiembre de 2010

El ocultamiento es por nuestro propio bien

Nos encontramos debajo de los 125 grados o mundos u ocultamientos. Este ocultamiento es benéfico para nosotros pues nos impide ver cuán insignificantes somos en comparación con el estado perfecto del Infinito. En lugar de esto, podemos únicamente observar nuestra incapacidad de volvernos semejantes al grado espiritual superior.

Sin embargo, con el fin de avanzar en nuestra corrección tenemos que percibir el sufrimiento. Si atravesamos por la corrección estando en el grupo, revelaremos nuestra congoja como un niño que está jugando. El niño quiere conseguir algo; no lo logra, pero de cualquier forma se entrega y continúa intentando dominar el juguete que lo desafía.

A través de los esfuerzos de ustedes, el dolor y la incapacidad de actuar, descubren lo opuestos que son a la Luz grado por grado. Deben trabajar contra la Luz pues de otra manera, no sentirán la diferencia entre ustedes y la Luz; no percibirán al Creador gracias a la suma total de estas diferencias.

Supongan que se encuentran en el palacio del rey, pero no saben y por lo tanto no lo aprecian. Entonces, empiezan a experimentar e investigar. Tienen que observar todos los objetos y los estados alrededor para conocer la serie completa de conexiones y contradicciones entre ellos. Haciéndolo lograrán llegar a un estado en el que pueden dominar al mundo, tal como un rey.

El principal testigo

Existen dos estados al avanzar hacia la meta espiritual. El primer estado es cuando la persona tiene la sensación, la fuerza y el apoyo del grupo y del Creador. La persona siente la importancia del atributo de otorgamiento y esto lo empuja a acercarse al Creador.

Tiene la percepción y el deseo; el Creador le muestra que vale la pena trabajar por la meta espiritual. La persona siente que existe una recompensa, que él no depende de la fe: el atributo de otorgamiento está dentro de él. La sensación despierta el amor por los amigos y por el Creador.

En ese estado, la persona hace un pacto de amor por los amigos y por el Creador para siempre en el futuro. ¿Con quién realiza este pacto? No puede ser con el Creador porque en un estado de descenso, cuando la persona se distancie del Creador, no sentirá su cercanía y el Creador no lo vinculará.

Debido a esto es que el pacto tiene que hacerse con el grupo al que pueda sentir también durante un estado de descenso. A través del grupo, llegamos al acuerdo con el Creador: marchar siempre por el sendero de otorgamiento para el Creador y para el grupo. El grupo es el garante del pacto. Al hacer el pacto el grupo en su totalidad promete apoyarse unos en los otros y siempre mantener la intención de otorgamiento. Reciben la ayuda del Creador en la medida de su conexión.

El segundo estado llega después de algún tiempo cuando el estado de entusiasmo y conexión son reemplazados por la indiferencia, la incapacidad de sentir la importancia de la meta, el Creador, o la recompensa por tener una buena actitud hacia los amigos y el Creador. La persona no puede pensar en el amor, la conexión y el otorgamiento.

a) Si la persona no recibe el apoyo del grupo, cae, pensando que el Creador no es importante y que no hay llenado o recompensa. Puede abandonar el sendero totalmente.

b) Si la conexión con el grupo se despierta y lo atrae, no puede dejarlo todo y recuerda el pacto que hizo. En un estado de descenso, la importancia del otorgamiento se desvanece pues la recompensa desaparece. Y aquí la garantía mutua, el pacto y la conexión con el grupo tienen que salir al rescate.

De esta manera, la persona retorna al pacto, al estado de bondad, amor y conexión. Recuerda que tiene que pasar por la fe por encima de la razón, por encima de su estado actual de indiferencia, pues la sensación que alguna vez le impartió fortaleza existe ¡y es inclusive más poderosa!

De esta forma, la persona quiere continuar con “fe por encima de la razón” (el otorgamiento sobre la recompensa). Entiende entonces que puede recibir fuerza del Creador. Y esto lo lleva al rezo.

Todos los malvados y los justos se encuentran dentro de mí

El Zohar, Capítulo, Vayeji (Y Yacoov vivió), Ítem 93. Con respecto al resto de los malvados del mundo, no dice, “Y lo que hizo fue malo a los ojos del Señor”, sino que aquí está escrito, “Y Er, el primogénito de Yehudá era malvado”. Lo que él hizo era malo a los ojos del Creador porque está escrito, “Y lo derramó en el suelo”.

La escalera de los grados espirituales mediante los cuales ascendemos desde nuestro mundo al Mundo del Infinito consiste de 125 grados (estados), que a su vez están divididos en una multitud de diferentes estados. Cada estado consiste de una vasija y la Luz dentro de ésta.

Por lo tanto, basándonos en lo que está escrito en la Torá, si me encuentro en el grado de “Er”, realizo un acto que se llama, “lo derramó en el suelo”. Y si ahora me hallo en el grado de Jacob, entonces, de acuerdo a este grado, formo las tres líneas.

Por lo tanto, cuando leemos El Zohar, necesitamos darnos cuenta que en un grado dado la persona representa una imagen llamada Moisés, Aarón, Abraham o Faraón, Bilam o Balak y ejecuta actos propios a cada uno de ellos. Estas imágenes se refieren a los estados internos de una persona, a través de los cuales, tiene que pasar, recibiendo una impresión de su “inclinación al mal” y la Luz que Reforma. La suma total de estas imágenes y formas adquiridas, se acumulan en una imagen general de semejanza con el Creador.

Todos los justos y los malvados se unen en ella con todos los vacíos (las vasijas) de los estados del malvado y las correcciones y los llenados con otorgamiento de los estados de los justos. Y de esta forma la persona se eleva en el Infinito.